Historia

La PIADOSA HERMANDAD DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO Y SANTOS MÁRTIRES DE CÓRDOBA Y COFRADÍA DE NAZARENOS DEL SANTÍSIMO CRISTO DE LA MISERICORDIA Y NUESTRA SEÑORA DE LAS LÁGRIMAS EN SU DESAMPARO es el resultado de la fusión, llevada a cabo en el año 2000, de dos hermandades con historia anterior, que a su vez cuentan con antecedentes o fusiones previas, llevadas a cabo en siglos anteriores.

Estas dos hermandades son:

1. La Hermandad del Santísimo Sacramento y Santos Mártires de Córdoba, resultado de la fusión, llevada a cabo en 1741, de la Hermandad del Santísimo Sacramento (con reglas reformadas y aprobadas en 1534) y la de los Santos Mártires, erigida en 1673.

2. La Hermandad del Santísimo Cristo de la Misericordia y Nuestra Señora de las Lágrimas en su Desamparo, fundada en 1937.

La Hermandad del Santísimo Sacramento

Pocos datos históricos tenemos sobre la Hermandad del Santísimo Sacramento de la parroquia de San Pedro. Siempre se ha dicho que data de 1534. Por esos mismos años, y en parroquias situadas cerca de San Pedro, se erigieron hermandades análogas: en 1537 en la Magdalena, en 1538 en San Lorenzo, y en 1564 en Santiago. Sin embargo, una cartela conservada en la Basílica deja abierta la posibilidad de que la fundación de esta Hermandad sea mucho más antigua, exactamente de 1363, y que 1534 sea sólo el año en que se aprobó una reforma de las Reglas.

Las hermandades del Santísimo Sacramento surgieron con el fin de fomentar el culto a la Eucaristía y ayudar a las parroquias, en el aspecto material, a llevar a cabo su labor pastoral en esta faceta central de su acción litúrgica. Así, las hermandades aportaban cera y limosnas para el culto, participaban en los actos solemnes del calendario litúrgico (Triduo Sacro, Corpus Christi) y colaboraban en las salidas en que el Santísimo Sacramento era llevado a los enfermos de la feligresía.

La Hermandad de los Santos Mártires

Al igual que ocurre con la hermandad del Santísimo Sacramento, pocas son las noticias que nos quedan de la de los Santos Mártires de Córdoba. Sabemos que fue fundada o reorganizada en 1673, casi un siglo después del hallazgo de las reliquias de los Santos Mártires. En 1742 se fusionó con la del Santísimo Sacramento y decidió emprender la realización de la actual capilla del Sagrario de la parroquia de San Pedro, donde se custodia el arca de plata con las reliquias.Las reglas de la fusión establecen la realización de un octavario anual a los Santos Mártires, pero poco más dicen acerca del culto a éstos, ya que parece ser que dichas reglas de la hermandad fusionada tienen como base las de la preexistente hermandad del Santísimo Sacramento.

 

La capilla del Sagrario y de los Mártires fue terminada en 1757. En 1790 se concluyó la actual urna de plata con los huesos de estos titulares, y que tiene la siguiente inscripción: “Siendo pontífice nuestro Santísimo Padre Pío VI, Rey de España Carlos III, obispo de Córdoba el Excmo e Ilmo. Sr. D, Antonio Caballero, rector de esta parroquia el Sr. D. Juan Tello y Castillejo, Hermano Mayor D. Alfonso Mellado, se hizo este tercer relicario con las limosnas de los devotos cordobeses, fabricado por D. Cristóbal Sánchez y Soto, artífice de platería, natural de esta ciudad y se concluyó para el 26 de noviembre de 1790 en que se celebrara la Invención de las Sagradas Reliquias”. La traslación de los huesos a la nueva urna no tuvo efecto hasta el día 4 de mayo de 1791 por hallarse el obispo en visita pastoral.



Durante más de dos siglos y medio, pues, la hermandad fusionada del Santísimo Sacramento y los Santos Mártires rindió culto a sus titulares, pero fue decayendo en su número de hermanos y en sus disponibilidades económicas. El último momento de esplendor tuvo lugar en 1975, cuando se cumplió el IV Centenario de la Invención (hallazago) de las Sagradas Reliquias. Era entonces hermano mayor Ángel Raya Martínez (q.e.p.d.), y párroco de San Pedro Julián Caballero Peñas (q.e.p.d.) que organizaron una serie de actividades religiosas y culturales, entre las que destacaron la representación del auto sacramental No hay más fortuna que Dios, de Calderón de la Barca, por alumnos de Arte Dramático; la celebración, después de varios siglos, de una misa de rito mozárabe en la parroquia de San Pedro, los cultos a los Santos Mártires —que ese año alcanzaron inusitado esplendor— y la preparación de un ciclo de conferencias sobre historia y religiosidad.

La coincidencia de fechas de algunas de estas actividades con la muerte de Francisco Franco impuso la cancelación de parte del programa.

 

En cualquier caso, el paso del tiempo fue viendo la decadencia de la hermandad, cuyo último hermano mayor, hasta la fusión en 2000 con la cofradía de la Misericordia, fue Pedro Redondo Gutiérrez (q.e.p.d.).

La Hermandad de la Misericordia


La fundación de la hermandad de la Misericordia, en los difíciles años de la Guerra Civil –concretamente, en 1937– supuso el inicio de un importante proceso de renovación y crecimiento en la Semana Santa de Córdoba que se prolongó durante más de una década con la creación de otras varias cofradías. Como es sabido, el año anterior a esta fundación sólo la hermandad de Nuestra Señora de las Angustias había hecho estación de penitencia en nuestras calles, y los años de la República habían supuesto una considerable regresión en la vida cofrade de la ciudad; cuando se fundó la Misericordia, habían pasado ya diecinueve años desde 1918, en que se fundó la hermandad de la Expiración, y desde entonces no había surgido ninguna nueva cofradía.

La idea de poner en marcha el proyecto surgió de un grupo de jóvenes, encabezados por Francisco Melguizo Fernández (1915-1998), y en el que figuraban, entre otros, Ricardo - Osuna Cruz, Pedro Doña Muñoz y Bartolomé López Luque, todos ellos personas de reconocida militancia católica, gran amor a nuestras tradiciones y, en el caso de Melguizo, una cierta experiencia –pese a su juventud– como miembro de la junta de gobierno de la centenaria cofradía de las Angustias. El impulso del alcalde, José María Castanys Jiménez, y el visto bueno del obispo, monseñor Adolfo Pérez Muñoz, hicieron posible la materialización del proyecto. Y la elección de la imagen del Cristo de la Misericordia se debió a una decisión personal del fundador, que la había conocido oscura y olvidada en la histórica iglesia de la Magdalena, entonces cerrada al culto; la iniciativa del alcalde de fundar una hermandad del Descendimiento, propuesta en un primer momento a Melguizo, fue recogida y materializada unos meses más tarde por un grupo de cofrades y devotos del popular barrio del Campo de la Verdad.

Como es fácil suponer, los comienzos estuvieron llenos de dificultades. Entre la decisión de poner en marcha la hermandad y la primera salida procesional –el Miércoles Santo, 24 de marzo de 1937– apenas había transcurrido un mes; en el plano jurídico y canónico, la cofradía en realidad no existía, ya que la solicitud de aprobación había sido firmada el 27 de febrero, y la primera aprobación del Obispado data del 3 de abril, unos días después de la estación de penitencia; en el plano material, por su parte, hubo que recurrir a la provisionalidad y los préstamos: el Santísimo Cristo de la Misericordia fue llevado sobre el paso del Sagrado Corazón de Jesús, cedido por los padres jesuitas de San Hipólito; iba iluminado por los candelabros arbóreos del paso de María Auxiliadora, prestados a su vez por la comunidad salesiana; como cruz de guía, se empleó una antigua cruz de madera, con una imagen pintada de Cristo crucificado, perteneciente a la iglesia de la Magdalena, y que la cofradía conserva actualmente con cuidado y veneración en su casa de hermandad.

Francisco Melguizo ocupó el puesto de hermano mayor hasta 1954, y durante ese tiempo la cofradía se caracterizó especialmente por el esplendor de sus cultos cuaresmales y la configuración de un patrimonio artístico de gran valor y unidad estilística. Como en la actualidad, los cultos al Santísimo Cristo se iniciaban el Miércoles de Ceniza y se prolongaban hasta el primer domingo de Cuaresma: ello sirvió de referente, cuando se incorporó la imagen de Nuestra Señora de las Lágrimas en su Desamparo, a los cultos a dicha efigie, que se celebraron los tres días anteriores al Miércoles de Ceniza hasta hace pocos años; en los primeros tiempos, los cultos tenían lugar en San Pedro, dadas las reducidas dimensiones de la iglesia de la Magdalena, donde la imagen titular solía pasar la mayor parte del año, y para proclamar en ellos la palabra de Dios fueron llamados a Córdoba los predicadores de mayor prestigio de su tiempo, procedentes de los más distantes puntos de la geografía española: religiosos, canónigos y teólogos entre los que pueden servir de muestra Manuel Rodríguez Pazos, franciscano de Madrid, que predicó en 1942, Andrés María Mateo, predicador en 1948 y director, a la sazón, del Instituto de Cultura Hispánica o, ya en 1957, Santos Beguiristain, canónigo doctoral de Pamplona.


Hay que recordar que, coincidiendo con este esplendor de los cultos, y para contribuir al mismo de forma decisiva, la cofradía organizó y mantuvo durante todo este período una importante Capilla Musical, que en su época de mayor brillantez llegó a sumar 114 componentes, de entre ellos una orquesta de veinticuatro instrumentistas, un orfeón de treinta adultos y un coro de voces blancas compuesto por sesenta niños. La Capilla actuó por primera vez en los cultos del año 1940 y se disolvió, en cumplimiento de unas curiosas disposiciones diocesanas sobre música religiosa, antes de la Cuaresma de 1954. La vinculación de Francisco Melguizo con el mundo de la música –fue compositor de numerosas marchas procesionales de Córdoba y Sevilla, además de crítico musical del diario Córdoba durante varias décadas, y de El Correo de Andalucía hasta su fallecimiento– propició la formación de esta Capilla Musical.

Al mismo tiempo –seguimos en la década de los cuarenta–, se iba consolidando el patrimonio artístico de la hermandad: en 1943 se estrenó el paso del titular, después de que entre 1938 y 1942 hiciera estación en el de Nuestra Señora del Socorro; el proyecto de Rafael Díaz Peno, realizado bajo la dirección de Rafael Díaz Fernández, con tallas de José Callejón y dorados de Francisco Santiago Díaz, dio como resultado el espléndido paso que comparte con el de Jesús Caído el mérito de ser el más antiguo de cuantos aún procesionan en nuestra ciudad, siendo además el decano de los pasos en madera dorada. Del mismo modo, y también bajo la dirección y el diseño de Rafael Díaz Peno, se empezó a configurar el guión procesional, con los estrenos de la bandera (1943), la cruz de guía y el escudo de armas (1944), el estandarte de Cristo, el cojín pasionista y el libro de reglas (1948). En 1939 había habido un intento, que no llegó a materializarse, de incorporar una imagen de la Virgen como cotitular, con la advocación de Nuestra Señora de la Paz. Pero hubo que esperar a 1950 para que se materializara la incorporación a la hermandad, como cotitular, de una imagen Dolorosa de la Virgen, que recibió la advocación de Nuestra Señora de las Lágrimas en su Desamparo. Esta incorporación impuso necesariamente una nueva etapa en la vida de la hermandad, que se materializó en 1954 con la elección de Manuel Hernández García como hermano mayor, cargo en el que fue sucedido por su hermano Ángel Hernández García en 1959. Las normas del Obispado ya citadas con anterioridad impusieron una mayor austeridad –y por tanto, un esplendor considerablemente menor– en la celebración de los cultos; el cierre final de la iglesia de la Magdalena, ocurrido en 1956, que impuso el traslado definitivo de la hermandad y las imágenes a la parroquia San Pedro, y el considerable esfuerzo económico que tuvo que afrontar la cofradía para configurar y terminar el paso de palio de la imagen de la Virgen marcan los diez años siguientes, caracterizados por las dificultades y una cierta regresión en la hermandad. Durante todos estos años, y hasta al citado cierre de la Magdalena en 1956, el lugar de salida de la procesión osciló entre esta iglesia y la parroquial de San Pedro, variando de una vez a otra según diversas circunstancias; en cualquier caso, la imagen pasaba en el primero de los templos citados la mayor parte del año, siendo llevada en Via Crucis a San Pedro poco antes del quinario.


Cuando Rafael Osuna Cruz se hizo cargo de la hermandad, como hermano mayor, en el año 1964 –año en el que, por cierto, la estación de penitencia fue retransmitida en directo, por primera y única vez, por las cámaras de TVE–, la única gestión posible para su junta de gobierno era luchar por la subsistencia de la cofradía y la amortización de la considerable deuda contraída en los años anteriores, que llevó a la junta de gobierno a estimar –en 1966– la posibilidad de suspender, por razones económicas, la estación de penitencia, dado que “la procesión tiene un presupuesto aproximado de 43.000 pesetas de gastos a fondo perdido” y que “esta hermandad tiene un pasivo de unas 80.000 pesetas”, según reza en un informe conservado en el archivo de la hermandad. No se llegó a suspender la procesión, pero el dato revela lo angustioso de la situación que hubo que afrontar, consiguiéndose finalmente, a costa de grandes sacrificios, aliviar la situación de las arcas de la cofradía.

Superado el momento más difícil, accedió al cargo de hermano mayor, en 1972, el cofrade Benjamín Barrionuevo Guerrero, iniciándose entonces un lento pero imparable proceso de renovación, recuperación y crecimiento: en 1975 la hermandad restauró a sus expensas la capilla de los titulares en la parroquia de San Pedro, dotándola del aspecto que tuvo hasta el cierre de la misma en 1985. También en 1975 se pudo disponer de una casa de hermandad para las actividades propias de la cofradía, ocupando en régimen de alquiler unos locales de la plaza de Aguayos, junto a la vecina parroquia de San Pedro. Francisco Varo Lucena reemplazó a Benjamín Barrionuevo, y ocupó el cargo de hermano mayor entre 1978 y 1982; de estos años, lo más destacable es la creación de la primera cuadrilla de hermanos costaleros de la hermandad, en la línea propia de aquellos años en que, simultáneamente a la paulatina disolución de las cuadrillas de faeneros profesionales, las hermandades iban formando sus propios grupos de jóvenes para que llevaran los pasos de los titulares.


El cierre de la parroquia de San Pedro en 1985 supuso una dura prueba para las sucesivas juntas de gobierno: Miguel Melguizo Gómez –hermano mayor entre 1982 y 1986– tuvo que afrontar primero el cierre por ruina de la casa de hermandad, en 1983, y dos años más tarde el traslado de las imágenes: la última misa en San Pedro antes de su cierre tuvo lugar el domingo 5 de mayo de 1985, y tres días más tarde las imágenes titulares fueron trasladadas a la ermita de San José, sita en la plaza de la Magdalena y de propiedad privada: esta última condición, pese a la buena disposición de la familia propietaria, impedía la celebración de cultos públicos y solemnes, por lo que el 5 de octubre de ese mismo año, tras larga búsqueda por parroquias, iglesias y conventos que se saldó con una larga lista de negativas, las imágenes del Santísimo Cristo de la Misericordia y Nuestra Señora de las Lágrimas en su Desamparo llegaron al monasterio de religiosas jerónimas de Santa Marta, donde permanecieron hasta el Viernes de Dolores, 3 de abril de 1998, en que solemnemente regresaron a San Pedro tras la reapertura del templo; durante los más de doce años que permanecieron en dicho monasterio, en él tuvieron lugar los cultos cuaresmales y todas las actividades religiosas establecidas en los estatutos de la cofradía.

Una vez solucionado el problema de un templo donde dar culto a los titulares, al menos de forma provisional, el problema era, en el otoño de 1985, hallar un sitio desde donde poder realizar la estación de penitencia: dificultad no pequeña pues las dimensiones de los pasos de esta cofradía, mayores a los de la mayoría de las hermandades cordobesas, imponían severas limitaciones; la favorable disposición del Cabildo Catedral permitió que, entre 1986 y 1997, la hermandad saliera procesionalmente de la incomparable Mezquita–Catedral, siendo tal vez la primera hermandad penitencial de la ciudad que iniciara y concluyera su recorrido en el histórico recinto, y dibujando en los doce años citados estampas que ya se han hecho irrepetibles en la Semana Santa cordobesa. Los sucesivos mandatos como hermanos mayores de Antonio Varo Pineda (1986–1990) y Pedro Doña Osuna (1990-1996) estuvieron, pues, marcados por las dificultades propias de este exilio, con las imágenes en Santa Marta y la procesión saliendo de la Mezquita–Catedral.

En 1987 se cumplió el cincuentenario fundacional de la cofradía, que abrió, al igual que había ocurrido medio antes con la fundación, el inicio de una serie de cincuentenarios de otras hermandades; la edición de un cartel conmemorativo, la publicación del primer número especial de la revista Alto Guadalquivir, la celebración de un ciclo de conferencias sobre aspectos históricos de la Semana Santa cordobesa, y una exposición de fotografías antiguas del archivo de la hermandad, sirvieron para conmemorar la efeméride y para relanzar un aspecto que en los años anteriores había permanecido en muy segundo término: las relaciones públicas de la hermandad y su presencia habitual en la vida cofrade de Córdoba.


Bajo el mandato de Pedro Doña Osuna tuvo lugar, organizado por la hermandad de la Misericordia, un acontecimiento hasta entonces inédito: la presencia en nuestra ciudad de cientos de cofrades venidos de otras latitudes. En efecto, el 30 de enero de 1993, seiscientos cofrades procedentes de todas las provincias andaluzas se personaron en Córdoba para participar en el IV Encuentro de Hermandades de la Misericordia de Andalucía, que incluyó una misa en la Catedral presidida por el obispo de la diócesis, monseñor José Antonio Infantes Florido, la visita guiada al universal monumento y a una exposición de los enseres y documentos de la cofradía que se celebró en el Museo Diocesano de Bellas Artes –y que se prolongó durante tres semanas más–, un almuerzo de hermandad, una conferencia del director de la Real Academia de Córdoba, Ángel Aroca Lara, la proyección de una película sobre la Semana Santa de Córdoba y la entrega de recuerdos a las hermandades asistentes.

La elección como hermano mayor de Francisco Hernández Moyano (que asumió el cargo en junio de 1996) marca el inicio de una etapa renovadora en la vida de la hermandad, con la incorporación a la junta de gobierno de nuevos miembros, la constitución de un activo grupo de jóvenes para formarlos en los valores y actividades de la cofradía y, sobre todo, la adquisición de un local para sede social de la hermandad y el regreso a la parroquia de San Pedro tras su restauración.

La casa de hermandad –adquirida esta vez mediante compra, lo que canceló las posibles incertidumbres de otros tiempos– se halla en la plaza de San Pedro, justo frente a la fachada principal de la parroquia, y cuenta con local para custodiar los pasos, salón social, sala de exposiciones, secretaría, almacén para mayordomía y sala–taller para restauraciones. El inmueble fue presentado a los hermanos el 23 de febrero de 1997, primer domingo de Cuaresma, y el 2 de octubre del mismo año se procedió a su inauguración oficial, con la presencia del alcalde de Córdoba, Rafael Merino López, representantes de las cofradías cordobesas y otras autoridades civiles. La Misericordia ha sido, junto a la hermandad de Jesús Caído, la primera cofradía de nuestra ciudad en disponer de una sede social propia de estas características.

En cuanto al regreso a la parroquia de San Pedro, fue preparado por la Hermandad desde varios meses antes; la reapertura del templo tuvo lugar el día 7 de marzo de 1998, y la cofradía anunció su regreso con la presentación de un cartel anunciador, un concierto de marchas procesionales y un ciclo de tres conferencias formativas. El Viernes de Dolores, 3 de abril, y al término de un Via Crucis iniciado en el monasterio de Santa Marta, las imágenes titulares regresaban a su capilla de San Pedro doce años, diez meses y veintiocho días después de su salida; dos días antes, el 1 de abril, la comunidad de religiosas jerónimas de Santa Marta entregaba a la cofradía, para simbolizar los lazos establecidos entre ambas instituciones a lo largo de los doce años transcurridos, la carta de hermanamiento con el monasterio; unos años atrás, en 1991, la hermandad había distinguido a la comunidad jerónima con el nombramiento de Hermano de Honor de la cofradía.

El Miércoles Santo, día 8 de abril de 1998, las puertas del histórico templo fernandino se abrieron para una estación de penitencia marcada por el retorno a los orígenes, la emoción de los presentes, que llenaban la plaza de San Pedro y calles aledañas, y la nostalgia por quienes soñaron con este regreso y no pudieron contemplarlo desde esta orilla de la vida.

En 2000 se produjo la fusión de la hermandad con la del Santísimo Sacramento y Santos Mártires de Córdoba, y ese mismo año, al término del mandato de Francisco Hernández Moyano, fue elegido hermano mayor de la cofradía ya fusionada el cofrade Ángel María Varo Pineda, que renunció a su cargo un año más tarde.

Entre 2001 y 2003 la hermandad vivió un período de incerticumbre, al negarse a aceptar la convocatoria de elecciones prevista por los estatutos el entonces consiliario y párroco de San Pedro, Manuel María Hinojosa Petit, que impuso una junta gestora presidida por Pedro Redondo Gutiérrez hasta su fallecimiento en mayo de 2003, y desde entonces, y hasta la solución de la crisis, por Manuel Sánchez Prada.

La llegada al Obispado de Córdoba del prelado monseñor Juan José Asenjo Pelegrina inició la solución de este artificial conflicto. Después de que tres hermanos recurrieran ante el Pontificio Consejo para los Laicos en demanda de una convocatoria de elecciones, el nuevo obispo encargó al delegado episcopal de Hermandades y Cofradías, Pedro Soldado Barrios, la apertura de negociaciones con representantes de la hermandad, de resultas de las cuales se convocaron finalmente las elecciones para el 10 de enero de 2004, resultando elegido hermano mayor el cofrade Manuel Ramírez Pérez. Pocos días antes, el obispo había nombrado consiliario de la Hermandad a Pedro Soldado.

 


La lista completa de hermanos mayores de la Misericordia, desde 1937, es la siguiente:

1937-1954 Francisco Melguizo Fernández

1954-1959 Ángel Hernández García

1959-1964 Manuel Hernández García

1964-1972 Rafael Osuna Cruz

1972-1978 Benjamín Barrionuevo Guerrero

1978-1982 Francisco Varo Lucena

1982-1986 Miguel Ángel Melguizo Gómez

1986-1990 Antonio Varo Pineda

1990-1996 Pedro Doña Osuna

1996-2000 Francisco Hernández Moyano

2000-2001 Ángel María Varo Pineda

2001-2003 Pedro Redondo Gutiérrez (en funciones)

2003-2004 Manuel Sánchez Prada (en funciones)

2004-2011 Manuel Ramírez Pérez

2011-2015 Leopoldo José Tena Guillaume

2015 José Carlos Larios Cruz

2015-  José Manuel Maqueda Estepa

En efecto, fuera de las labores internas propias, varios cofrades de la Misericordia han prestado diferentes servicios a la Semana Santa cordobesa; el propio Francisco Melguizo fue uno de los primeros presidentes de la Agrupación de Cofradías, pregonero en 1963 y 1984, y compositor, como queda dicho más arriba, de marchas procesionales para distintas hermandades de la ciudad: méritos todos ellos que le hicieron ser distinguido, en 1986, con el título de Cofrade Ejemplar. Otros tres miembros de la hermandad, Antonio Varo Pineda, Ángel Varo Pineda y Álvaro Pineda Lucena han sido asimismo pregoneros de la Semana Santa cordobesa en 1986, 1991 y 2003 respectivamente. Cofrades de la Misericordia como Francisco Varo Lucena, Francisco Palomino Benavente, Miguel Ángel Melguizo Gómez, Miguel Ángel Roldán Muñoz, Leopoldo Tena Guillaume y Álvaro Pineda Lucena, por su parte, han prestado sus servicios –en diferentes etapas– a la Agrupación de Cofradías como miembros de su junta de gobierno.

Tres hermanos de la Misericordia han obtenido de la Agrupación de Cofradías el título de Cofrade Ejemplar: Francisco Melguizo (1986), Francisco Varo (1996) y Pilar Melguizo (2010), siendo ésta la primera mujer cordobesa que obtiene dicho galardón. 

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Cuadro-resumen de la Historia de las Hermandades
Documento complementario del anterior, que resume en un cuadro las fechas de los principales acontecimientos de las Hermandades que precedieron a la nuestra.
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Conferencia sobre la Historia de las Hermandades
Texto de la conferencia pronunciada en 2012 por un hermano de la Misericordia, que sintetiza la historia de las corporaciones que confluyen en la actual.
20121114Vidas_paralelas.pdf
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