Miscelánea

Temas varios de la historia de la Hermandad, la Semana Santa y las Cofradías, comentarios de fotografías, anécdotas, etc.

Fotos de 1958 y de 2024: parecidos y diferencias


Entre las fotos situadas sobre estas líneas median 66 años.

La de la izquierda recoge un momento de los preparativos de la procesión del Miércoles Santo de 1958, que ese año fue el 2 de abril. En ella se observa que la mayoría de los nazarenos (todos varones porque la normativa canónica impedía la presencia de mujeres) tienen ya colocado su capirote y muchos de ellos llevan en la mano su cirio, que entonces era un codal ajustado en un largo palo de madera pintada.

Se aprecia también que el espacio de la nave principal está diáfano, es decir, han sido retirados los bancos de los dos lados. Seguramente estarían amontonados en la nave del evangelio (la que corresponde a la actual Capilla de la Misericordia), ya que la de la epístola (ante la Capilla del Sagrario) debía estar libre para el Monumento y los Oficios del Jueves Santo. Conviene recordar que, en aquel tiempo, había en la iglesia bastantes más bancos que en 2024.

En primer término (abajo a la derecha) se observa una perinola y un fragmento de la balaustrada de bronce que se hallaba situada en el presbiterio del templo. La balaustrada desapareció en la desafortunada restauración terminada en 1998; además, el presbiterio era dos escalones más alto que ahora.

Al fondo, a la izquierda, se aprecia el paso de palio, en una posición considerablemente más adelantada de la que ocupa en la actualidad. A la derecha, asoman los faroles del paso de Cristo, más o menos en la misma posición que en nuestro tiempo.

Pese a los preparativos, el Miércoles Santo de 1958 la procesión no salió, porque lo impidió la lluvia.

En suspensión de la procesión por la lluvia coinciden las dos fotografías; la de la derecha fue tomada el 27 de marzo de 2024.

En ella aparecen los nazarenos (hombres y mujeres) con la cara descubierta y todos de pie, aunque los bancos no han sido retirados; también se ve a algunos costaleros y servidores externos. El Diputado Mayor de Gobierno acaba de comunicar la decisión de suspender la estación de penitencia y se dirige a los hermanos.

Al fondo a la izquierda no asoma el paso de palio, mientras que el de Cristo ocupa aproximadamente la misma posición que 66 años atrás.

También se dejan ver las antiestéticas lámparas colgantes de la nave central, colocadas en 1998 y que, Dios mediante, serán retiradas en breve.


En 1958 se estrenaron los varales que serían utilizados hasta 1992. Fueron labrados por los talleres de La Milagrosa de Córdoba y donados, en su mayor parte, por hermanos de la Cofradía: el coste de cada uno fue de 2.500 pesetas (para hacernos una idea, el salario mínimo era 1.700 pesetas mensuales aproximadamente). Fueron los primeros varales dorados.

También se estrenaron los candelabros de cola de metal dorado que se emplearían hasta 1981; costaron 12.500 pesetas y fueron sufragados en su totalidad por Ángel Hernández García, que en 1959 sería elegido Hermano Mayor. Asimismo, se doraron los respiraderos de madera, que hasta entonces habían sido plateados. Un año más tarde, en 1959, se presentaría la terminación de los bordados en el palio, las bambalinas y el manto de Nuestra Señora que, a su vez, fueron restaurados y pasados a nuevo terciopelo entre 2021 y 2023, año este último en el que también se dotó al conjunto de nuevas dimensiones y proporciones.

En la foto de 1958 se aprecia, además, la bajísima altura de la candelería, dispuesta exclusivamente en líneas paralelas de la misma altura.

«Madre mía, cuando vayas debajo de este palio acuérdate de mí»

Corría el año 1958. En el taller de bordado de las adoratrices se trabajaba a marchas forzadas. Para la Semana Santa del año siguiente estaba anunciada y prevista la terminación de los bordados del paso de palio de Nuestra Señora de las Lágrimas en su Desamparo.

 

En el taller trabajaban religiosas y jóvenes aprendizas. Seguramente algunas de estas últimas eran alumnas o antiguas alumnas del colegio que tenían en la plaza del Vizconde de Miranda, cerca de San Pedro; otras, probablemente eran chicas atendidas por las adoratrices en su casa de la Sierra. En cualquier caso, serían bastantes las agujas que iban dejando en el terciopelo malva los hilos de oro que completarían el paso de la Señora.

 

Algunas de las jóvenes bordadoras, con o sin el conocimiento de las religiosas, dejaron sus mensajes y oraciones escritas en papeles que entremetían entre el terciopelo y los bordados. Eran mensajes sencillos, cargados de ingenuidad, fe y faltas de ortografía. Tres de ellos han sido encontrados en el proceso de restauración y reforma del techo y las caídas del palio que está llevando a cabo el taller malagueño de Juan Rosen.

 

Uno de los mensajes dice lo siguiente (se han corregido las faltas de ortografía): «Madre mía, que yo sea buena y que mi hermana se salve. También te pido la fe para todos los que no quieren reconocerte por Madre. Madre, guárdame siempre pura. Soledad.» Por su parte, una chica llamada María de los Reyes escribió: «Madre mía, que yo guarde siempre mi pureza como una perla preciosa y que sea siempre el ejemplo de todas. Te pido por mi familia para que todos se salven. Tu hija que tanto te quiere, María de los Reyes.» Algo más extenso es el mensaje de Natividad: «Madre mía, bajo tu manto quiero vivir y entre tus brazos quiero morir. Madre mía, cuando vayas debajo de este palio acuérdate de mí y también de mi madre. Haz, Madre, que se perdonen mi tía y mi madre, y que un día estemos contigo en el cielo. Madre, haz que se cumplan sobre mí los designios del Señor. Madre, antes morir que pecar, y alcánzame la perseverancia final. Adiós. Tu hija amante que te quiere, Natividad.»

 

Pero no sólo había mensajes devocionales. También se ha hallado otro documento: al dorso de uno de los medallones de la cara interna de las caídas del palio, se utilizó como soporte un sobre de grandes dimensiones, dirigido al «Excmo. Sr. Gobernador Civil, Delegado Provincial de Abastecimientos y Transportes». Lleva además un sello de caucho fechado el 6 de abril de 1958 en el Ayuntamiento de Cabra y parcialmente oculto, un matasellos de Correos con fecha de 7 de mayo del mismo año y, en la esquina superior derecha y casi totalmente oculto, un sello y una firma que, muy probablemente, certificara que el contenido del sobre era correspondencia oficial.

 

 

Cuando termine el actual proceso de reforma y remodelación del paso de palio, junto a esos entrañables documentos habrá otro: en él se recordarán los trabajos que ahora se están llevando a cabo y se incluirán los nombres de las personas y familias que habrán colaborado con la Hermandad en la financiación del proyecto.

 

(El diario ABC ha publicado un reportaje sobre este tema que se puede leer haciendo clic aquí) 

Efeméride: el Santísimo Cristo salió en procesión de rogativas hace hoy 371 años

LA CAPILLA DEL SAGRARIO DE LA MAGDALENA

El Crucifijo de que habla Ramírez de Arellano, y que se veneraba en la capilla del Sagrario de la Magdalena, comenzó a ser llamado, tras la procesión de 1650, «Cristo de la Salud».

La Hermandad del Santísimo Sacramento adquirió la citada capilla en 1695, por lo que en el momento de la procesión que se refiere en el texto de al lado no mostraba el aspecto que se ve en las fotos.

Las dos fotos en blanco y negro situadas sobre estas líneas datan del verano de 1942, con motivo del inicio de la costumbre de hacer el ejercicio semanal de los miércoles ante la Sagrada Imagen.

La foto en color fue realizada, posiblemente en los años 50 del pasado siglo, por el profesor de inglés René Taylor, y es la única foto en color que existe de dicha capilla.

Desgraciadamente, la capilla del Sagrario fue demolida en su totalidad en 1976: en la foto que sigue a estas líneas, tomada hacia 1960 y coloreada digitalmente, se aprecia (señalado con una flecha) el muro de la desaparecida capilla.

 

(Texto publicado el 27 de febrero de 2021)

El 27 de febrero de 1650, hace hoy exactamente 371 años, salió en procesión de rogativas, para pedir el fin de una epidemia, la imagen del Crucificado que, desde 1937, sería el titular de nuestra Hermandad con el nombre de Santísimo Cristo de la Misericordia.

Eran circunstancias parecidas a la actual, pero con diferencias: entonces era sólo una epidemia local, que se había iniciado en Sevilla en 1649, y no se trataba de un contagio que afectara a todo el planeta. Por otra parte, su mortandad fue, con mucho, enormemente superior a la actual. Sólo en Córdoba, afirma Ramírez de Arellano (probablemente con alguna exageración), fallecieron 14.000 personas, y hay que recordar que nuestra ciudad, en aquel tiempo, no debía superar los 40.000 habitantes.

La procesión sirvió como reclamo para que los vecinos de la Magdalena mostraran su caridad y ayuda a las familias afectadas, repartiéndoles, como vamos a ver inmediatamente, lo que en 1650 eran artículos de primera necesidad.

Al describir la capilla del Sagrario de la Magdalena, Teodomiro Ramírez de Arellano anota lo siguiente en sus Paseos por Córdoba:

 

  • «La expresada capilla sirvió de sagrario hasta que la cofradía del Santísimo, cuyas reglas fueron aprobadas en 20 de Noviembre de 1520 por el Obispo D. Pedro Manrique*, contando con fondos suficientes, labró la que hoy tiene con enterramiento para sus cofrades, toda ella revestida de madera azul, con adornos dorados de mal gusto y formando cúpula: en su único altar tiene un Crucifijo de tamaño natural, imagen un tiempo de gran devoción para los vecinos de este barrio, tanto, que en 27 de febrero de 1650, cuando en Córdoba sufrieron la gran epidemia del landre, en que fallecieron más de catorce mil personas, lo sacaron en procesión en unión de San Juan de Dios, de su hospital, y San Pedro Tomás, del Carmen, para llevar a los infestados un regalo o donativo, con que los vecinos de la Magdalena quisieron contribuir a su alivio; consistió en diez carretadas de leña, otra de romero, cuatro cargas de id., ciento catorce gallinas, ciento ocho fanegas de trigo, sesenta espuertas de pan, veinte y cuatro carneros, dos espuertas de alhucema, veinte y siete canastos con huevos, cuarenta salvillas con bizcochos y bizcotelas, una carga de vino, ocho garrafas de id., dos jamones, ochenta y ocho salvillas con hilas y vendajes, dos cargas de naranjas y limones, veinte y siete camisas, doce vestidos de hombre, dos pares de medias de lana, diez espuertas de granadas, ocho pomos de agua de olor, seis botes de manteca de azahar, cuatro macetas de jabón, dieciséis fuentes de hojuelas, cinco canastos con garbanzos y dos esportones con jarros de La Rambla.»

 

 A este texto hay que añadirle una observación: Nuestra Hermandad conserva en su archivo la regla de Hermandad del Santísimo Sacramento de la entonces parroquia de la Magdalena, fechada en 1537 y no en 1520. Posiblemente sea o un error del autor de los Paseos por Córdoba o, por el contrario, que el documento que conservamos en nuestro archivo sea una modificación de unas reglas anteriores. En cualquier caso, queda constancia de la antigüedad de la citada corporación sacramental.

 

 



La primera Hermandad inmaculista: ya en 1673 se exigía a los hermanos hacer voto de defender la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen

 

«Ordenamos y mandamos que, concurriendo en el pretendiente las calidades arriba mencionadas, haya, para su recibimiento, de haber confesado y comulgado sin que sea necesario traer a la tabla cédula de haberlo hecho, y ha de hacer voto de creer y enseñar que la Serenísima Reina de los Ángeles, Madre de Nuestro Redentor Jesucristo, Dios y hombre verdadero, en el primero instante de su ser natural fue concebida sin el común contagio de la culpa original, entendiendo este soberano misterio en el verdadero sentido que la Santa Iglesia Romana lo entiende y en la misma forma que lo tiene recibido con resignación humilde a los decretos sobre este punto expedidos y los que en otro algún tiempo expidiere».

 

 

Así se dice literalmente en el capítulo 3º de la regla de la Regla fundacional de la «Hermandad de los Santos Mártires de San Pedro de Córdoba», redactada y aprobada en 1673.

 

Con esto queda demostrado documentalmente que nuestra Hermandad, hace exactamente 347 años, ya exigía de sus hermanos la proclamación de que la Santísima Virgen fue preservada del pecado original desde el primer instante de su ser natural, es decir, se exigía la creencia y la proclamación de lo que, tiempo más tarde, exactamente en 1854, sería proclamado como dogma de fe para toda la Iglesia Universal.

De hecho, las últimas líneas del capítulo citado señalan -con indudable visión de futuro- la adhesión ante diem a lo que más adelante sería objeto de proclamación solemne de la Iglesia.

 

La nuestra es, pues, la hermandad de Córdoba que puede documentar la primera manifestación pública de la fe en lo que, andando el tiempo, sería el dogma de la Inmaculada Concepción, proclamado para la Iglesia Universal.