El patrimonio de las cofradías no se limita ni debe limitarse a bienes suntuarios, como piezas de orfebrería, bordados, madera tallada o pan de oro. En el caso de una Hermandad como la nuestra, que como Hermandad Sacramental y de los Santos Mártires se cuenta por siglos, también los documentos escritos forman parte de ese patrimonio. No olvidemos que nuestra Cofradía conserva en su archivo el documento escrito más antiguo custodiado por una Hermandad de Córdoba .
Esto explica el enriquecimiento indudable que supone la adquisición, para incorporarlo a nuestro patrimonio documental -aunque más que de «incorporación» habría que hablar de «recuperación»-, del texto que vamos a describir.
El documento está escrito en papel y se completa con una orla de estilo rococó con motivos vegetales, en la que predominan los colores azul, verde y amarillo; la decoración de dicha orla se completa en la parte superior con tres símbolos martiriales: en la superior izquierda, unos cepos; en el centro, dos palmas cruzadas y rodeadas por una corona de laurel (ambos símbolos de victoria), y en la esquina derecha, dos flechas cruzadas.
Vista general y detalles del manuscrito. Para ampliar, hacer clic sobre las imágenes.
El texto en sí aparece manuscrito, tiene 46 líneas y ofrece las siguientes peculiaridades formales:
1. La primera línea contiene el texto «EN LA CIUDAD» escrito con mayúsculas y en letras capitulares muy ornamentadas de los mismos colores y estilo de la orla.
2. La segunda línea («DE TOLEDO A VEINTE Y DOS DÍAS DEL») está escrita en tinta roja, con mayúsculas de mayor tamaño que el resto del texto.
3. Las líneas 3 a 43 están escritas con letra muy clara y cuidada, que se asemeja a las que se utilizaban en los libros e impresos de la época, entre las que destaca la «marca» Ibarra, que agrupa varias fuentes bajo el nombre del impresor aragonés Joaquín Ibarra. A pesar de ser manuscrita, no se observan los enlaces habituales que engarzan en un solo trazo cada palabra. La totalidad de estas líneas —3 a 39— están escritas en tinta negra, si bien en se emplea tinta roja, sin duda para destacarlo, el sintagma «de Sanct Pedro» en la línea 26. En algún otro lugar de esta sección el color negro se debilita, quizá por el paso del tiempo o por agentes externos, pero no podemos asegurar, hasta un examen más detallado y cercano, que estemos ante un color diferente.
4. Las tres últimas líneas (44 a 46) están escritas en tinta roja y emplean una fuente distinta a la del resto del documento, más redondeada (que recuerda a la gótica manuscrita empleada en el siglo XVI), sin duda para marcar una distinción señalada en el propio texto: en efecto, estas tres líneas son las que acreditan que el documento es una copia de otro anterior.
Todo el documento parece haber sido escrito por la misma mano e indudablemente, su mera presentación manifiesta que, aunque en realidad es sólo la copia de un documento preexistente, no fue realizada ni mucho menos con la función exclusiva de proceder a su conservación y archivo, sino pensando en la ostentación pública: en caso contrario, se habría utilizado la letra manuscrita usual y no habría elementos ornamentales.
Hay que tener en cuenta que las 43 primeras líneas del documento son en realidad un texto escrito originariamente en 1583 y copiado en 1762, es decir, 179 años después. En tan dilatado período de tiempo, la lengua española había sufrido cambios importantes en su evolución , tanto en el aspecto fonético como en el gramatical, lo que hace pensar que para el amanuense de 1762 algunas de las expresiones que reproduce ya resultarían anticuadas en el momento en que copió el texto. Por lo mismo, no sería sorprendente que el copista modificara de forma inconsciente el original en algún momento, sustituyendo alguna grafía, palabra o expresión por la usual en su tiempo.
Desde el punto de vista gramatical no ofrece más peculiaridades que las propias de un texto formalizado del siglo XVI, aunque a un lector actual puede parecerle un poco farragoso. En cuanto al vocabulario, no ofrece ninguna dificultad incluso a personas no iniciadas en cuestiones lingüísticas. Quizá la expresión «de juso» (línea 16) sea la única que requiere una explicación: significa ‘arriba del texto’, es decir, ‘antes’.
Coordenadas temporales
Como en el documento se mencionan varias fechas, vamos a situar estas fechas en la línea general de la Historia, tanto de la Parroquia como de la Hermandad.
1575 (21 de noviembre). Son halladas las Reliquias en el subsuelo de la Parroquia de San Pedro.
1577 (13 de septiembre). El obispo Fray Bernardo de Fresneda certifica en primera instancia la autenticidad de las Reliquias, que empiezan a ser veneradas en la capilla de Santa Lucía.
1578 (7 de mayo). El Arcángel San Rafael pronuncia su Juramento ante el padre Roelas, como cierre de una serie de apariciones en las que acreditaba que las reliquias halladas en San Pedro corresponden a Mártires de Córdoba.
1583 (22 de enero). El Concilio Provincial de Toledo acredita la autenticidad de las Reliquias y ordena que se les dé culto adecuado.
1600. Se construye la verja de cierre de la Capilla de Santa Lucía (hoy de San Pedro).
1673 (1 de febrero). El obispo Francisco de Alarcón aprueba la constitución de la Hermandad de los Santos Mártires de San Pedro.
1741 (26 de julio). El obispo Pedro de Salazar y Góngora aprueba la fusión de las Hermandades del Santísimo Sacramento y los Santos Mártires de San Pedro. inmediatamente después comienza la construcción de la Capilla del Sagrario y de los Santos Mártires en San Pedro.
1742. Comienzan las obras de la Capilla del Sagrario y de los Santos Mártires.
1757. Se traslada a su emplazamiento actual la verja de la Capilla del Sagrario, procedente de la de Santa Lucía (hoy de San Pedro).
1762 (18 de mayo). Se copia el acta de 1583.
1768. Concluyen las obras de construcción de la Capilla del Sagrario.
Cuatro Hermanos Mayores de la Hermandad con el documento recientemente adquirido.